El término "parto respetado" o "parto humanizado" hace referencia al respeto a los derechos de la madre, el niño y su familia durante el embarazo y en el momento del nacimiento.
Promueve la consideración a las particularidades de cada familia según su cultura, creencias, nacionalidad; acompañándola a través de la toma de decisiones seguras e informadas desde que inicia el control prenatal.
Un nacimiento respetado comienza con un control gestacional en el que se tome en cuenta el plan de nacimiento que tienen los padres, se respete el momento en el que el bebé esté listo para nacer y no impone una fecha exacta, ni designa la vía a través de la cual saldrá el bebé. Nacer con respeto puede ser por vía vaginal o por cesárea, cuando es realmente necesaria para salvar la vida o preservar la salud de madre y/o hijo.
El proceso del nacimiento es un acontecimiento natural y perfecto en el que los protagonistas son mamá y bebé. Para que un nacimiento sea respetado debe asegurarse el bienestar y la comodidad de ambos, un ambiente tranquilo, cálido, armonioso, donde se le permita a la madre libre movimiento, que adquiera las posturas que necesite en todo momento y considerando todos los requerimientos y deseos de la familia.
Los profesionales de salud estamos allí para garantizar que eso ocurra, para acompañar, apoyar y solventar cualquier situación o complicación que pueda presentarse, no para obstaculizar el curso natural de este evento. El objetivo es ofrecer cuidados, atención oportuna e intervenciones médicas prudentes sólo en caso de ser necesario.
Al nacer, el apego oportuno o contacto piel con piel durante la primera hora de vida es el mejor comienzo para asegurar bienestar integral de madre y bebé.
Durante los primeros 60 minutos de vida, la llamada “hora de oro”, bebé y mamá están activos, alertas, dispuestos a reconocerse y acoplarse. Para mamá, una succión precoz y contacto estrecho con su bebé, libera grandes cantidades de oxitocina, hormona partícipe en la eyección de leche materna, contracción uterina (reduciendo la posibilidad de sangrado) y en la conexión maternal física-mental-emocional que lleva a la madre a proteger y atender a su cría, generando vínculos muy profundos.
La oxitocina es la llamada “hormona del amor”. Es la que poderosamente genera en la madre una necesidad imperiosa de cuidar y proteger a su bebé. El pico más elevado de esta hormona en la vida de una mujer ocurre en el momento del parto, su organismo se inunda de esa sensación desesperada de cobijar, alimentar, contener a su hijo. Cuando hay intervenciones innecesarias en un nacimiento, como el uso indiscriminado de oxitocina sintética o la planificación de una cesárea sin que se presente trabajo de parto, se roba a la madre la posibilidad de experimentar esa avalancha de oxitocina natural, aunado a que es separada de su bebé por horas y no se le permite alimentarlo o atenderlo precozmente para que "se recupere".
El contacto cuerpo a cuerpo estabiliza en forma natural y rápida los biorritmos del bebé: frecuencia respiratoria, cardíaca y su temperatura corporal reduciendo complicaciones neonatales. Ninguna incubadora es más efectiva que el cuerpo de la madre (u otro familiar en caso de que no pueda hacerse apego con mamá por alguna emergencia de salud). El paso por el canal vaginal y este contacto físico estrecho (en caso de cesárea) también contribuye a la siembra de bacterias "buenas" en la piel (situación favorecida por una capa untuosa que puede verse en algunos recién nacidos el "vernix caseoso") que participa en la inmunidad futura del bebé.
El apego oportuno es un DERECHO ya sea que el nacimiento se dé vía vaginal o cesárea. Si mamá y bebé están bien NO existe razón para separarlos y mucho menos en este momento crucial para ambos.
Cuando el bebé nace tiene la capacidad instintiva de buscar activamente el pecho de su madre para prenderse de él y obtener el calostro (primera leche) que le proporciona gran calidad (en muy poca cantidad) de componentes inmunológicos que juegan un papel fundamental en el desarrollo de la microbiota intestinal y por lo tanto en su sistema de defensa. Es la primera vacuna que recibe. Los bebés que logran agarre espontáneo durante este período tienen más probabilidades de una lactancia exitosa y prolongada.
El pediatra/neonatólogo que acompaña a la madre durante el nacimiento, cumple un papel muy importante en asegurar que la transición de la vida intrauterina a la extrauterina sea lo más agradable y respetuosa posible, permitiendo que se mantenga en todo momento el contacto estrecho entre el cuerpo de mamá y bebé, permitiendo la adaptación fisiológica a todos los cambios.
La atención inicial al recién nacido se puede hacer perfectamente sobre el cuerpo de la madre, si ambos están en buenas condiciones de salud.
El pediatra evalúa vitalidad y pronóstico a través del test de APGAR, incluso puede administrar tratamiento allí y cumplir protocolos del examen físico, identificación del bebé, etc. Una vez estabilizado el bebé, puede ser medido y pesado, parámetros que no van a cambiar en 60 minutos y que NO es "vital" conocer de inmediato si todo marcha bien.
Antes de dejarlos en intimidad para que la familia se disfrute, debe asegurarse un agarre adecuado al pecho y una succión efectiva, para que el bebé reciba el calostro.
Nacer en respeto, en intimidad y con calidez es algo que debe ser conversado con el obstetra desde el embarazo, para asegurar que se cumplan todos los planes familiares, siempre con el resguardo médico en caso necesario.
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